Presentación
Te cuento un secreto: cuando las palabras se ponen altaneras, se vuelven palabrotas y cuando se ponen majaderas, se vuelven palabrejas; mas cuando les da por hacer magia, se las conoce en el mundo de los unicornios como palabrujas.
Si las miras bien, descubrirás que cada palabruja tiene un trío de ojos chispeantes, una boca grande con risa incorporada y un puñado de manos ágiles como alas de mariposas.
Por eso, tan pronto te descuidas, las palabrujas sacan un sombrero del fondo de un conejo o extraen un príncipe amarillo de un manojo de naipes azules, pues solas o en enjambre, con o sin escoba, casi siempre terminan por liberar a los payasos, poner la casa de la razón patas arriba, rescatar en el momento preciso la ternura perdida, reírse a carcajadas bajo los días de lluvia y —si las dejan— convertir en niños con alas a los ancianos de nueve años.